La visión de lo femenino que se construye en la novela de María Luisa Bombal, La última niebla (1934), se puede observar desde el ámbito social y, en buena parte, de la sociedad machista en la que nos encontramos inmersos. Todo lo que se va desencadenando en la vida de la protagonista va ligado con todo lo que la sociedad está esperando de una “buena mujer-esposa”, hasta llegar al punto en el cual vemos que las mujeres se encuentran reprimiendo sus deseos e insatisfechas con sus vidas, porque no son los estándares que desde pequeñas se les inculcaron en las imágenes del “amor”, “matrimonio feliz” o de la relación de “pareja romántica”. Al final, por intentar encajar en ese mundo público las lleva en el carril de la vida monótona y sometida a la voluntad social que, cómo única salida, nos muestra la fantasía del “pudo ser…” o “podría ser...”, tal como se refleja con la protagonista de esta obra.
El inicio de la novela es fundamental para comprender esta relación entre hombre-mujer determinada bajo los estereotipos sociales, ya que desde el primer diálogo entre la protagonista y su primo Daniel, se plantea que esta pareja de recién casados no tiene ningún interés amoroso, pero sí una carga social muy importante para la protagonista.
—¿Sabes que has tenido una gran suerte de casarte conmigo?
—Sí. Lo sé –replico, cayéndome de sueño.
—¿Te hubiera gustado ser una solterona arrugada, que teje para los pobres de la hacienda? (Bombal 35).
Es él quien le recalca que le hizo un favor al desposarla, pero a la vez son ambos los que se hacen compañía, pues para la protagonista es el hecho de no quedar solterona y para Daniel es la necesidad de una mujer para suplir el vacío que dejó su esposa muerta, vacío que solo se puede observar dentro del ámbito social porque ninguno de los dos siente interés amoroso por el otro. Se deduce en la lectura que ambos provienen de una familia acomodada, en donde las apariencias de clases sí importan y han importado desde siempre, el mantener cierto estatus entre los círculos sociales es fundamental, más si se es mujer, es aún mayor la exigencia. La mujer viene a ser esta esposa trofeo que no tiene voz ni voto en la casa, pero si tiene que lucir bien para el resto, pues la imagen de ella importa en tanto al hombre le beneficie.
Las relaciones entre los personajes femeninos y masculinos no son tan diferentes en cuanto a las necesidades propias, pero sí en cuanto a la relación con el entorno de esas necesidades, ya que podemos observar en primer lugar, que la “juventud” es un tema muy recurrente en toda la novela, pero que solo se toma desde lo femenino, porque un hombre nunca será tan viejo para encontrar el amor, sin embargo, la protagonista sí lo será. Ella, viéndose dentro de este matrimonio por conveniencia, siente que pierde su brillo y que la monotonía de aquella relación le privará de su juventud sin siquiera haber podido disfrutarla. La protagonista lo menciona así: “pasado mañana será lo mismo, y dentro de un año, y dentro de diez; y será lo mismo hasta que la vejez me arrebate todo derecho a amar y a desear, y hasta que mi cuerpo se marchite y mi cara se aje…” (Bombal 47).
Aquella crisis que la lleva a cuestionarse su vida, también la conduce al encuentro con su amante, donde por fin se siente satisfecha, siente que no va a importar que los años se estén haciendo presente en su cuerpo, porque gracias a la aventura vivida con aquel hombre misterioso podrá encontrar fuerzas para vivir en su matrimonio, es decir, nuevamente un hombre -producto de su fantasía o no- determina que esa mujer pueda soportar el tedio de su vida monótona. En ningún momento de la obra se nos presenta que ella, por su cuenta, busque las ganas de vivir o de encontrar algo por lo que luchar, pues todo se reduce para ella en lo que socialmente es admirado, por eso la juventud, el ser esbelta y tener un amor apasionado sería su felicidad eterna y también la construcción de su identidad, pues cumpliendo con la concepción social y sexual, en relación al amor utópico y estereotipado, ella será una mujer completa.
Otro hecho que se relaciona con los roles de género son los espacios, debido a que, al vivir en una cultura falocéntrica las relaciones de género son dadas socio-culturalmente y tienen una carga de poder, por lo tanto, el mundo público vendría a ser de los hombres y por ende sería el más importante; mientras que el mundo privado sería de las mujeres y es menos importantes, porque socialmente lo femenino está poco valorado. En La última niebla se ven mayoritariamente los espacio privados, pues la protagonista solo se desenvuelve en dos espacios, que son su casa y la naturaleza, dentro de esos espacios es donde ella expresa todos los deseos, anhelos y motivaciones, sobre todo de su sexualidad. Pero en sí, son temas que solo quedan para ella, porque a ninguno de los personajes le importan los deseos o las inquietudes que esta mujer pueda sentir, menos a su marido. “Mi marido me ha obligado después a recoger mis extravagantes cabellos; porque en todo debo esforzarme para imitar a su primera mujer, a su primera mujer que, según él, era una mujer perfecta” (Bombal 39-40), es así como la protagonista describe la relación que ella tiene con su marido, pues en toda la obra este hombre intenta que su esposa pueda llegar a suplir a su esposa fallecida. Como mujer sumisa que es, ella debe cumplir con tal de satisfacer a su esposo, a quien no le importa humillar o pasar a llevar la integridad de ella, pues las veces en las que ellos tuvieron relaciones, a él solo le importo complacer su deseo y traer constantemente los recuerdos de su primera mujer, porque para Daniel su esposa no era más que un objeto y lo deja claro cuando le expresa que él le hizo un favor al desposarla.
Al plantear de forma explícita e implícita estos temas, la obra de Bombal nos presenta una preocupación social, diferentes a las conocidas por la literatura, pero no menor. Se relaciona la sexualidad femenina y la insatisfacción de la mujer, sobretodo con su espacio privado. Esto se produce porque lo público sí puede influir en lo que es privado, por ejemplo, en la actualidad una mujer que busca vivir su sexualidad similar a la de un hombre es denominada “puta”, mientras que el hombre socialmente es bien visto. Sucede en la novela con Daniel, quien al contraer nuevamente matrimonio con su prima es lo mejor que puede hacer, mas no sucede así con Regina y su amante, menos con los deseos que tiene la protagonista por tener, aunque sea una vez, la aventura que tiene la esposa de Felipe. Al final de la novela ella reflexiona que Regina sí tendría un motivo para quitarse la vida, mientras que ella ya se siente vieja para suicidarse y sería una cosa inútil y repugnante. Aquí se vuelve al hecho de que el factor juventud es primordial para las mujeres, pues ahora la esposa de Daniel, no solo ya es menos valorada por ser mujer, sino que será aún menos valorada por ser mujer y estar vieja.
Se presenta una doble línea argumentativa en relación a la obra: la primera es que existe una preocupación social por la sexualidad y los deseos de las mujeres; y por otra, el remarcar el mito del amor romántico y pasional. El primer argumento es la forma en que la sociedad aprecia la novela, pues esta novela psicológica pone un tema que para la época no era tan considerado, sin embargo, su autora niega esa propuesta social sobre la subordinación femenina, que expone en una entrevista que recopila Soledad Bianchi para “La última niebla”: Tradición y novedad: «Yo descubrí un drama sentimental, el quiebre de una ilusión y la necesidad de llenar los anhelos». «¿Entonces, no había una intención social?» «Yo tenía pasión por lo personal, lo interno, el corazón, el arte, la naturaleza. No, yo no perseguía nada...» (Bianchi 16).
Considerando la respuesta de Bombal, la obra ya no se podría considerar como una preocupación social, sino más bien como el refuerzo al mito del amor romántico que constantemente se les ha vendido a las mujeres con el más famoso personaje: el Príncipe azul. Imagen que hace subir los estándares del amor y llega un momento en que se hace presente la insatisfacción, como se puede observar con la protagonista de La última niebla, quien tras un matrimonio por fachada y una vida monótona, busca la pasión de sentirse mujer en la fantasía del romance pasional. La esposa de Daniel busca experimentar con un hombre -desconocido y utópico- el deseo de sentirse una persona realizada y que la compañía de ese amante la haga vibrar y la satisfaga más allá del sexo, sino que en todo lo que ser mujer significa. En pocas palabras, la novela de Bombal nos expone que la mujer gracias a otra persona logra afianzar su identidad y puede sentir la pasión por vivir, pues el amor es el eje central de todos los actos en su vida.
En conclusión, a pesar de la corta extensión que tiene La última niebla, es una novela que toca el tema de la identidad femenina de una forma compleja y con diferentes puntos de vista, pero destacando implícitamente que estos espacios privados que serían los deseos y la pasión que experimenta la protagonista, siguen aún siendo temas para la sociedad machista, en donde se tiene el derecho a opinar sobre todo lo relacionado con las mujeres mas no se les dedica mayor importancia. Me situé en la delgada línea de dos puntos de preocupación social que puede presentar la obra, pues la primera visión que se plantea sería la ideal, sin embargo, me quedo con lo planteado sobre el mito del amor romántico y que socialmente sigue tan presente. Es complejo llegar a entender a la protagonista, pero no es complejo comprender que su visión sobre el amor está construida en base a un cuento utópico que sigue subordinando a las mujeres por debajo de los hombres.
Por Fernanda Troncoso.
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