El
presente texto busca abordar la subordinación de lo femenino en relación a dos
novelas chilenas que son La última niebla
de María Luisa Bombal y El lugar sin
límites de José Donoso. Ambas novelas nos presentan una subordinación pero
desde diferentes perspectivas y contextos, por lo que se pretende abordar sus
diferencias y similitudes, de acuerdo a la propuesta de lo femenino. Esto
último entendido, no cómo lo plantea la RAE que sería lo biológico (natural), que indican que lo
femenino tiene una esencia inherente (“propio de mujeres”), y que se basa en el
discurso patriarcal que en general busca justificar los estereotipos desde
conceptos binarios. Sino que desde la construcción social del individuo, que plantea
que lo único natural es el sexo y el género es un constructo social-cultural,
por lo que la edificación de identidades nunca va ser estable por construirse
en relación al otro.
La última niebla de María Luisa Bombal fue
publicada en el año 1934, solo tres años después de volver a Chile tras una
estadía de 13 años por Europa. Por lo cual se pueden observar las influencias
que ella, en general, tiene del ambiente parisino, así que en su llegada al
país ella busca encontrar contextos similares y “se reúne con un grupo de
artistas atraídos por las corrientes europeas de vanguardia de las que se
sentían cercanos […] se juntan, conversan, discuten, se informan, publican...
Ella procede de otro medio social, pero se acerca por afinidades intelectuales”
(Bianchi 1). Se observa esa influencia de vanguardias en su novela, pues nos
relata en primera persona la perspectiva de la interioridad de una mujer de
clase aristócrata, adentrándonos en un plano psicológico que sería el caos del
inconsciente y viéndose como una novela surrealista. Bombal nos abre las
puertas a ese mundo privado (lo menos importante y relacionado con la mujer), en
el que se habla desde la subalteridad de las mujeres para revertir esa
subordinación masculina, donde “la
palabra masculina es subsumida por la perspectiva de la mujer. Es ella quien
expone en profundidad los avatares de su conciencia en crisis y desacato con
aquel otro-poder” (Espinosa 12). La novela toca el tema de la identidad e interioridad femenina
de forma compleja, exponiendo la insatisfacción de una mujer con ganas de
experimentar la pasión, pero se encuentra encerrada en un matrimonio arreglado,
en donde tiene que suplir el rol de la ex esposa de su marido. Es un mundo de
clase alta, donde el rol de las mujeres viene a ser un mero adorno que debe
cumplir las tareas de “buena esposa” y en donde lo más importante son las
apariencias.
El lugar sin límites de José Donoso fue una
obra publicada en el año 1967, influenciado por el Boom latinoamericano, puesto
que Donoso era un exponente de esta corriente literaria que está en contra del
criollismo y se caracterizan por una hibridación cultural, ya que toman las
influencias de Europa para escribir desde y sobre una visión latinoamericana. Por
lo tanto, el autor retrata en sus novelas la realidad de su país y su
continente, por lo cual plantea temáticas como la heterogeneidad de la realidad
enmascarada perpetuar las apariencias muy presentes en la sociedad chilena,
toma lo grotesco para darle voz a los personajes limitados socialmente por los
prejuicios, presenta la búsqueda de la identidad con la incomodidad que esta
puede generar, y está en contra del poder de
la burguesía, por lo que la crítica. Desde esta perspectiva, Donoso nos
presenta en El lugar sin límites un
mundo deteriorado y lleno de frustraciones por no poder salir de esa decadencia
en la que el pueblo de Los Olivos está cayendo, y a la vez, busca plantear un
orden imposible en ese lugar sin límites. Se busca evidenciar que vivimos en un
mundo de máscaras porque es el mecanismo de defensa frente a sí mismo y frente
a los otros.
Desde
una primera visión nos encontramos con dos novelas chilenas muy distintas entre
sí, pero el foco se centra en cómo se nos presenta la subordinación de lo
femenino entendido desde una perspectiva cultural, en donde no solo la mujer
entra en discusión dentro de lo femenino, sino que también la otredad
subalterna, como sucede en el caso de la novela de Donoso con el personaje La
Manuela. Visto desde la dimensión más amplia de la teoría literatura expuesta por
el post estructuralismo, se van a considerar la desconstrucción de las
jerarquías hegemónicas para subvertir las diferencias binarias, así como Nelly
Richard lo plantea en Escribir en los bordes:
Lo femenino así concebido deviene una marca enunciativa
que moviliza determinadas contraposturas en el proceso de comunicación oficial
del sentido dominante: activa en lugar de pasiva, cuestionante en lugar de
ratificadora, itinerante en lugar de fija […] señalando y construyendo así las
nuevas articulaciones mensaje/destinatario posibles de ser exploradas, para
desmontar el efecto subordinante de las programaciones de lectura dictadas por
la cultura masculina-autoritaria. (50)
Tras esa
proposición se van a desarrollar los puntos que nos evidencien la subordinación
por parte de la cultura falocéntrica hacia lo que se denomina femenino,
exponiendo como se relacionan o se diferencian las novelas, además como se
presenta la subordinación frente a la sociedad y frente a las figuras de los
hombres.
•Similitudes
y diferencias generales
Las dos
novelas se presentan en contextos diferentes, El lugar sin límites se observa que todo el pueblo está en
decadencia, cayendo en ruina y en pobreza, ajeno al progreso de otras ciudades.
El espacio en donde ocurren mayormente los hechos es el decadente burdel, una
casona vieja: “La casa se estaba sumiendo. Un día se dieron cuenta de que la
tierra de la vereda ya no estaba al mismo nivel del piso del salón sino que más
alto” (Donoso 19). Al caer la noche y la
atmosfera de la fiesta, junto con el alcohol nubla la percepción de todos, por
eso, en ese espacio cerrado se muestran como son y se generan escenas como los
espectáculos de La Manuela que despiertan sexualmente a “machos” como Pancho.
Por otra parte, la novela de Bombal se presenta en espacio de riqueza, en
donde, tanto el campo como la ciudad tienen aires de modernización y lujo
correspondientes a una familia de clase alta, a diferencia de lo que se observa
con la otra novela, pues aquí los únicas preocupaciones de la protagonista se
relacionan con la insatisfacción. Aunque ambas se encuentran en el punto, que es
la ambientación en donde se generan los momentos claves de la obra, porque en
una la niebla pasa a ser fundamental para el encuentro de los amantes y en el
otro, la noche iluminada por las velas pasa a cómplice de la escena que se da
entre La Manuela y Pancho.
Una
diferencia marcada que se observa en las obras, es que en la novela de Bombal
podemos ver como los roles normativos de cisgénero están bien presentados, pues
vemos que la protagonista contrae matrimonio porque es lo que la sociedad
determina. Mientras que en El Lugar sin
límites esos roles normativos de género están en completo desorden, pues La
Manuela es un hombre travestido, que se quiere ser llamada madre por su hija la
Japonesita, quien fue engendrada producto de la apuesta de Don Alejo y la
Japonesa grande, por lo que no se cumple con el ideal de lo normativo en la
novela. Y es la misma Japonesita la representación de ambigüedad, pues ella no
sabe cómo relacionarse con la identidad femenina de su padre y además, ella
misma no se identifica con los estereotipos femeninos: “La Manuela tomó sus
cabellos lacios, frunció los ojos para mirarla, tienes que tratar de ser
bonita, y comenzó a escarmenárselos ―qué sacas con ser mujer si no eres
coqueta, a los hombres les gusta, tonta, a eso vienen” (47). Por lo tanto, los
roles binarios se evidencian de maneras diferentes en las obra, aunque
completamente estereotipados por el sistema patriarcal.
Tras la
misma perspectiva, podemos ver que lo masculino se intenta diferenciar de lo
femenino, como en el caso de la obra de Donoso donde Pancho Vega busca reafirmar
la identidad cisgénero, mostrándose como el hombre, macho y violento, sobre
todo en la escena del final cuando es cuestionado por besar a La Manuela.
Porque mostrarse atraído hacia un hombre lo haría verse débil y esta
socialmente ligado con lo femenino, solo los “maricones” como La Manuela pueden
mostrarse así, porque juegan desde la performatividad de su identidad, no como
Pancho, quien es hombre y como tal tiene que sentir gusto por las mujeres. En La última niebla hay una relación
similar que no es cuestionada, pues en la novela podemos observar como Daniel
es quien sufre por la pérdida de su mujer, así que está mostrando cierta
debilidad que no corresponde, desde la visión machista, con la imagen del
hombre que tiene que ser un macho ante todo, tal como intenta verse Pancho.
Solo que la diferencia recae que Daniel expone s debilidad en la privacidad de
su hogar, donde no puede ser juzgado por nadie, porque la opinión de su mujer
no importa. En cambio, en El lugar sin
límites, Vega queda descubierto por Octavio, en un lugar público y frente a
otra figura masculina, porque sucede que los hombres se hacen hombres en
relación a otros hombres, no tanto por su sexo, sino por la imagen masculina
que proyectan.
También
se puede observar, cómo al final de ambas novelas, las protagonistas sufren un
quiebre de sus identidades femeninas. Con La Manuela vemos que ella no podrá
ser nunca como quiere ser, ya que el machismo de los personajes no va aceptar
que un hombre vista y actué de manera femenina, porque socialmente eso es
degradado. Con la protagonista de La
última niebla observamos algo similar, solo que ella se da cuenta de la
realidad en la que tiene que seguir viviendo por el resto de su vida porque de
por sí, en la novela la mujer no tenía presencia en las decisiones públicas, a
ella solo le queda su mundo interno, así que no queda más que seguir al lado de
su marido pues por sí sola no es valorada. Es así como en ambas novelas vemos
como se remarcan las relaciones jerárquicas de poder, situando lo femenino en
inferioridad ante lo masculino y que solo se considera en relación al primero.
•Relación
de lo femenino frente a la sociedad
En ambas
novelas importa lo que socialmente se dirá, como lo vemos con la protagonista de
La última niebla, quien menciona que
la edad va a es un factor determinante para que ella pueda encontrar el amor,
pero se ve encerrada en una relación donde sus necesidades cuentan en relación
a las de su marido, y es en esa rutina donde ella siente que se le va a ir la
vida. Es en aquella crisis donde ella se cuestiona su matrimonio y todo lo que
ha construido porque socialmente es lo correcto. Es en ese caos interior, donde
ella se siente ahogada de su vida y se genera una salida por medio del “encuentro
con su amante”, donde por fin se siente satisfecha, siente que no va a importar
que los años se estén haciendo presente en su cuerpo, porque gracias a la
aventura vivida con aquel hombre misterioso podrá encontrar fuerzas para seguir
viviendo en su matrimonio. Tras estas acciones a ella no le importa el rol que
socialmente tiene que cumplir como la esposa trofeo, puesto que no le importó
serle infiel a Daniel y tampoco lo que es moralmente correcto. En el momento en
el que ella se aventura en una relación con ese supuesto amante, ella ya no se
lleva por lo que la sociedad plantea, sino por lo que ella siente. En
diferencia, nos encontramos con todos los personajes de la obra de Donoso, quienes
buscan ser validados socialmente bajo los estereotipos normativos y binarios. Desde
esa premisa podemos ver cómo La Manuela a
traves su performatividad intenta validar su femineidad que vendría a ser la
máscara de su identidad frente a los otros: “Parada en el barro de la calzada
mientras Octavio la paralizaba retorciéndole el brazo, la Manuela despertó. No
era la Manuela. Era él Manuel González Astica” (124). Es al final de la novela,
en donde se nos evidencia que Manuel nunca podrá ser ella porque es mucho más
importante el rol social que va influir en su construcción de género. Al tomar
la misma novela como ejemplo, podemos observar al personaje de la Japonesita,
quien es la hija de La Manuela y la Japonesa grande, ella representa una
ambigüedad porque no se identifica con los estereotipos femeninos, pero ella si
se identifica con su sexo biológico, solo que no con la identidad de todo lo
que conlleva lo femenino. Esa ambigüedad descoloca lo socialmente normativo,
porque ella no tiene una identidad definida, ni tampoco busca que los demás la
definan.
•Relación de lo femenino
frente a los hombres
El inicio de La última
niebla es fundamental para comprender esta relación entre hombre-mujer
determinada bajo los estereotipos sociales, ya que desde el primer diálogo
entre la protagonista y su primo Daniel, se plantea que esta pareja de recién
casados no tiene ningún interés amoroso, pero sí una carga social muy
importante para la protagonista.
—¿Sabes que has tenido una gran suerte de casarte
conmigo?
—Sí. Lo sé –replico, cayéndome de sueño.
—¿Te hubiera gustado ser una solterona arrugada, que
teje para los pobres de la hacienda? (Bombal 59).
Es él quien le recalca que le hizo un
favor al desposarla, pero a la vez son ambos los que se hacen compañía, pues
para la protagonista es el hecho de no quedar solterona y para Daniel es la
necesidad de tener una mujer que logre suplir el vacío que dejó su fallecida
esposa. Vacío que solo se puede observar dentro del ámbito social porque
ninguno de los dos siente interés amoroso por el otro, pero las apariencias de
clases sí importan, el mantener cierto estatus entre los círculos sociales es
fundamental, más si se es una mujer con el rango de edad que representa la
protagonista, ya que se le están pasando los años para seguir esperando a que
la despose un hombre que realmente la ame, por lo que la exigencia para ella es
aún y en este sentido ella no le queda más que cumplir el rol de esposa trofeo
que no tiene voz ni voto en la casa, pero si tiene que lucir bien para el
resto, pues la imagen de ella importa en tanto al hombre le beneficie. Desde la
perspectiva que se nos presenta en El
lugar sin límites, podemos observar una leve diferencia en cuanto a la
relación general que se presenta de lo femenino-masculino, puesto la historia
se desarrolla mayormente en un prostíbulo, en donde las prostitutas son
mujeres, de cierto modo, independientes de la autoridad del hombres, aunque no
se presenta de esa forma ya que todos están bajo el amparo implícito de Don
Alejo, quien aparenta ser un aliado, pero en realidad es una figura de dominio
patriarcal al igual que la mayoría de los hombres del pueblo, solo que él tiene
el dinero.
La
Manuela simboliza un placer imposible para los hombres no solamente por estar
protegida por Don Alejo, sino que también por el machismo. Los hombres que
visitan el burdel humillan y tratan mal a la Manuela, pero no se atreven a
tener relaciones sexuales con él. Sin embargo, Pacho Vega […] revela
indirectamente sus deseos en forma de broma. (Kim 29)
Frente
a los hombres, la misma Manuela es la que se subordina en la relación, porque a
ella no le importa ser humillada por los demás y no solo en una situación, sino
en varias. Como lo podemos observar con la apuesta de Don Aleja y La Japonesa;
hasta el segundo encuentro con Pancho Vega. Ella es un personaje en decadencia
que no tiene respeto por sí misma y lo vemos así en toda la obra.
De
las novelas presentadas, podemos ver como lo femenino está subordinado ante la
presencia de lo masculino, aunque en La
última niebla podemos considerar que la historia que se desarrolla busca
subordinar el rol masculino, mostrando que ella es la que es infiel y en
general, mostrar todo el mundo femenino. Sin embargo, aquella situación siempre
termina cayendo en lo que la cultura patriarcal ha denominado correcto, porque
la obra de Bombal ya no se podría considerar como una preocupación social que
busca deconstruir el género, sino más bien como el refuerzo al mito del amor
romántico que constantemente se les ha vendido a las mujeres con el más famoso
personaje: el Príncipe azul. Imagen que hace subir los estándares del amor y
llega el momento en que se hace presente la insatisfacción, como se puede
observar con la protagonista que busca vivir la pasión en brazos de un hombre,
pues siempre habrá una constante dependencia hacia la imagen del hombre, tal
como lo hace La Manuela intentando validar su identidad en los otros.
Para finalizar, las novelas presentan similitudes en
la subordinación de lo femenino, solo que las diferencias se encuentran en cómo
se presentan esas relaciones, pues ambas historias se desarrollan en contextos
desiguales y con roles de géneros diferentes. Sin embargo, queda demostrado que
todo lo que se relaciones con la mujer/femenino va ser visto en desigualdad
frente a lo masculino, y a pesar de las diferencia de contexto y de tiempo en
la que las obras se produjeron y se nos presentan, aún se pueden ver las
fuertes influencias del machismo que determina los comportamientos y las
relaciones frente al otro. Si bien, ambas novelas son de un siglo atrás, la
noción de subordinación representada de lo femenino sigue implícitamente
presente en la sociedad actual, donde los estereotipos hacia la mujer están
fuertemente remarcados, ya no solo en la literatura, sino que por la sociedad
de consumo, la que sigue guiando por el sistema patriarcal.
Bibliografía
Donoso, José. El lugar sin límites. Chile: Alfaguara, 1995.
Bianchi, Soledad. María Luisa Bombal o una difícil travesía
(del amor mediocre al amor pasión). Revista Atenea de la Universidad de
Concepción. Nº 451 (1985): 1-16. Web. 27 Noviembre 2015.
Espinosa, P. La última niebla de María Luisa Bombal:
Excentricidad, desacato y eroticidad en el devenir identitario femenino. Acta
Literaria. Nº 31 (2005): 9-21. Web. 28 Noviembre 2015.
Guerra, Lucía, ed. “La
última niebla”. Obras completas tomo 1: María
Luisa Bombal. Chile: ZIG-ZAG, 2005.
Kim, E. El padre simbólico y el padre obsceno en el
lugar sin límites. Cefiró Journal (2005): 28-35. Web. 28 Noviembre 2015.
Richard, N. “De la
literatura de mujeres a la textualidad femenina”. Escribir en los bordes. Congreso Internacional de Literatura Femenina
Latinoamericana. Berenguer, C. et. Al. Santiago: Cuarto Propio, 1990.
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