sábado, 7 de noviembre de 2015

Disidencia de género en la figura de “La loca”

La figura de “La loca” representa una disconformidad en la identidad de género heteronormativo, ya que se nos presenta como un individuo que juega con la ambigüedad y pérdida de identidad, provocando un desequilibrio en la construcción cultural de género, por no identificarse con los prototipos de esta. Para lograr comprender el fenómeno del travesti y la performance de este, se realizará el análisis y comparación de dos novelas literarias chilenas que son El lugar sin límites (1966) de José Donoso y Tengo miedo torero (2001) de Pedro Lemebel. Por lo que, se tomarán como puntos de análisis los aspectos generales de “La loca”, las relaciones de género que estén presentes en las obras en relación al personaje principal y un cuadro de síntesis.

  • Aspectos generales de “La loca”

La designación de “La loca” proviene por el “constructo social aplicado a un individuo que sugiere por su anatomía un hombre, pero en el que su lenguaje y gestualidad señalan un comportamiento femenino, atrayendo sobre sí la atención (…) es el callejero, el habitante del prostíbulo” (López, 81). De esa definición podemos destacar, en primer lugar, a La Manuela de El lugar sin límites, que en la medida que el relato se desarrolla se descubrir la historia tras ella, y es la de Manuel González Astica, quien desde la bajada del tren destaco por su singular vestimenta siendo llamado por las mujeres del pueblo como “el maricón del piano” que llegaba al prostíbulo. La vida del personaje se desarrolla en ese ambiente de clandestinida en donde ella, de cierta manera, calza porque puede presentar su performatividad de “travesti latinoamericano que se revolotea en medio del sintagma vestimentario de la ropa usada para juntar una femineidad de segunda mano” (Ruchard, 73), sin tanto juicio. Mientras que en Tengo miedo torero, La loca del frente no necesita de toda una parafernalia para mostrar su identidad, pues ella ya la tiene asumida, ya paso por la vida de las lecciones sucias de la calle, ahora ella se une a la lucha de ir en busca de al algo mejor pero aun así desde su marginalidad y desarrollando su performance de género.
La vestimenta y el lenguaje son elementos característicos en ambas obras, el primer elemento es presentado de forma sencilla por los personajes, pues podemos observar como el vestido rojo de lunares para La Manuela es la prenda que la hace sentir como ella desea ser, más femenina, y como una estrella que es “alabada” cuando realiza su espectáculo; en tanto, el sombrero y guantes amarillo con puntos para La loca del frente es una prenda que la vuelve glamurosa, pero que ella usa a favor, junto con el lenguaje que enajena al otro por las trivialidades del contenido, pero solo es utilizado como recurso para presentar la teatralidad en su performance de género, para que el resto vea lo que ella les quiere mostrar y no como La Manuela, que muestra para que los demás validen su identidad. En relación al lenguaje, podemos observar lo que se denomina como la lengua marucha que se adscribe a ese tono teatral que utilizan los personajes y un sinónimo viene a ser la lengua parlotera definida como un habla mucho y sin sustancia, que está claramente representado en personaje y en la obra de Lemebel: “él tan macho, tan canchero con las mujeres, tan encachao con las putas, tan borracho esa vez manoseando. Tan ardiente su cuerpo de elefante encima de mí punteando…” (16).
Por otro lado, están presente los espacios en los que se desarrollan las novelas y los personajes de “Las locas” tomando la idea de claro/oscuro, en torno a donde se generan las relaciones y en donde ellas se exponen ante los otros. Partir por los espacios claros y abiertos que acompañan a la Loca del frente, pues como se mencionó, la loca ha asumido su identidad performativa y en los espacios que se desenvuelve no se oculta, como sucede con la salida que tiene al cajón del Maipo, en donde Carlos le toma fotografías cerca de la carretera.
Una loca vieja y ridícula posando de medio lado, de medio perfil, para que la brisa, a medio sentar, con los muslos apretados para que la brisa imaginaria no levanta su pollera también imaginaria (…) Absolutamente figura central del set cordillerano (…) Carlos trataba de encuadrar el camino como fondo. (Lemebel, 30).
Aquella cita nos expone que Carlos no siente temor o vergüenza de andar junto a La loca del frente, independiente de sus otras intenciones, él no considera lo que el resto opine de su cercanía con ella, pues no tiene  miedo de que su sexualidad se ponga en disputa por la gente, a pesar de que en el transcurso de la obra él si despierta cierto interés en ella. Sin embargo, la situación en Un lugar sin límites es muy diferente, los espacios en los que se desarrollan son de decadencia y absoluta soledad, partiendo por el hecho de que el pueblo no tiene luz eléctrica y que se está quedando en la ruina, ajeno al progreso de otras ciudades.  “La casa se estaba sumiendo. Un día se dieron cuenta de que la tierra de la vereda ya no estaba al mismo nivel del piso del salón sino que más alto” (Donoso, 19). El espacio en donde ocurren los hechos es el decadente burdel, una casona vieja, oscura en donde cae la noche y la atmósfera de la fiesta y del alcohol nubla la percepción de todos, por eso, en ese espacio cerrado se muestran como son y se generan escenas como los espectáculos de La Manuela que despiertan sexualmente a “machos” como Pancho, pero todo se da en un ambiente sombrío de poca esperanza en todos los sentidos.
  • Relaciones de género

Se observa la sexualidad de “La loca” en La Manuela y de La loca del frente, pero a su vez la de otros personajes en relación a ellas. Sabemos que el interés sexual de ellas es hacia los hombres y que en las historia aparecen ellos a cumplir un rol fundamental en la construcción de identidad. En primer lugar, La Manuela se siente atraída por Pancho Vega, pero le teme porque él se ha mostrado violento hacia ella, en defensa de la identidad de macho que intenta presentar ante los demás. Sin embargo, podemos observar escenas como la del final de la novela, donde la protagonista enfoca su espectáculo (baile) hacia Pancho, quien siente deseo hacía esa imagen “si era hombre tenía que ser capaz de sentirlo todo, aun esto, y nadie (…) se extrañaría. Esto era fiesta” (Donoso, 121). Es en ese hecho que ella ve todas las barreras abajo y se aprovecha de la situación para desatar el deseo que tiene hacia ese hombre. Situación similar se observa en tengo miedo torero, pues entre tanta conversación y tiempo compartido entre La loca del frente y Carlos se va generando una atmósfera de cercanía, y aquel vigoroso chico universitario se deja llevar por el encanto de ella, sin embargo, confiesa que había experimentado con su sexualidad una vez, con su mejor amigo de infancia, pero que aquel acto provoco en él “una vergüenza tan grande que no hablé con él nunca más” (Lemebel, 103). La explicación que da Carlos es algo que se puede sostener también por Pancho, ya que el hecho de que su identidad sexual se ponga en ambigüedad los asusta, pues hay una importancia cultural enorme en que la representación de identidad sexual corresponda con su identidad de género (cisgénero), así que el sentir interés por “Las locas” es la pérdida de su identidad normativa, lo que les produce miedo y genera violencia como el caso de Pancho, al final de la novela.

Cuadro síntesis

El lugar sin límites
Tengo miedo torero
“La loca”
La Manuela es un personaje en decadencia que no tiene respeto por sí misma y lo vemos así en toda la obra. Ella se deja humillar por los demás y no solo en una situación, sino en varias. Como con la apuesta de Don Aleja y La Japonesa; hasta el segundo encuentro con Pancho Vega.
La loca del frente se presenta como alguien que juega con la performatividad de su género pero que no duda de sí y se da a respetar, ella no es un juego para los demás y se observa claramente al final de la obra cuando rechaza la oferta de Carlos a irse a Cuba.
Lo masculino
Pancho Vega busca reafirmar la identidad cisgénero, mostrándose como el hombre macho y violento, sobre todo en la escena del final cuando es cuestionado por besar a La Manuela.
Carlos se presenta como un joven que no teme pasar tiempo con La loca del frente, a pesar de la situación vergonzosa que paso con su amigo, él no se vuelve violento cuando se dan situaciones sexuales entre ellos.
Los espacios
Oscuro, todo se desarrolla en un clima de poca esperanza y decadencia para las prostitutas, sobre todo, para La Manuela. Hasta el pueblo vivía sumido en la soledad y pobreza.
Claro, La loca del frente se pasea con seguridad frente al resto de las personas. En relación a la historia, hay cierta esperanza de progreso para el país, aunque no tanto para ella, quien decide seguir viviendo como estaba.


En conclusión, ambas novelas son dos puntos de representación de la disidencia de género vistas desde la marginalidad, pero enmarcadas en diferentes tiempos y es aquel detalle que marca la diferencia, pues en ese cómo se nos presentan las historias es donde observamos como los personajes enfrentan su vida intentando encajar en la sociedad. Por esa razón, los personajes en la novela de Donoso tienen tanto interés por mostrar su identidad a pesar de las humillaciones como las que recibe La Manuela o la violencia de Pancho por sentir duda de su sexualidad. Mientras que en la novela de Lemebel, La loca del frente tiene su lugar en la sociedad, aunque algunos no lo deseen, pero ellas se hacen respetar y lo ha aprendido de su pasado.[1]

Bibliografía
Donoso, José. El lugar sin límites. Barcelona: Brugera, 1984 (1967).
Lemebel, Pedro. Tengo miedo torero. Santiago: Seix Barral, 2001.
López Morales, Berta. La construcción de “la loca” en dos novelas chilenas: El lugar sin límites de José Donoso y Tengo miedo torero de Pedro Lemebel. Chillán: Acta Literaria Nº 42, I Sem. (79-102), 2011.
Richard, Nelly. Masculino/femenino: Prácticas de la diferencia y cultura democrática. Santiago: Francisco Zegers, 1993.

[1] Este ensayo se basó en el taller número 3, para profundizar en torno a las diferencias y semejanzas y también para establecer la degradación de lo femenino en el personaje de la Loca.


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