La figura de “La loca” representa
una disconformidad en la identidad de género heteronormativo, ya que se nos
presenta como un individuo que juega con la ambigüedad y pérdida de identidad,
provocando un desequilibrio en la construcción cultural de género, por no
identificarse con los prototipos de esta. Para lograr comprender el fenómeno
del travesti y la performance de este, se realizará el análisis y comparación
de dos novelas literarias chilenas que son El
lugar sin límites (1966) de José Donoso y Tengo miedo torero (2001) de Pedro Lemebel. Por lo que, se tomarán
como puntos de análisis los aspectos generales de “La loca”, las relaciones de
género que estén presentes en las obras en relación al personaje principal y un
cuadro de síntesis.
- Aspectos generales de “La loca”
La designación de “La loca” proviene por el “constructo social aplicado a
un individuo que sugiere por su anatomía un hombre, pero en el que su lenguaje
y gestualidad señalan un comportamiento femenino, atrayendo sobre sí la
atención (…) es el callejero, el habitante del prostíbulo” (López, 81). De esa
definición podemos destacar, en primer lugar, a La Manuela de El lugar sin límites, que en la medida
que el relato se desarrolla se descubrir la historia tras ella, y es la de
Manuel González Astica, quien desde la bajada del tren destaco por su singular
vestimenta siendo llamado por las mujeres del pueblo como “el maricón del
piano” que llegaba al prostíbulo. La vida del personaje se desarrolla en ese
ambiente de clandestinida en donde ella, de cierta manera, calza porque puede
presentar su performatividad de “travesti latinoamericano que se revolotea en
medio del sintagma vestimentario de la ropa usada para juntar una femineidad de
segunda mano” (Ruchard, 73), sin tanto juicio. Mientras que en Tengo miedo torero, La loca del frente
no necesita de toda una parafernalia para mostrar su identidad, pues ella ya la
tiene asumida, ya paso por la vida de las lecciones sucias de la calle, ahora
ella se une a la lucha de ir en busca de al algo mejor pero aun así desde su
marginalidad y desarrollando su performance de género.
La vestimenta y el lenguaje son
elementos característicos en ambas obras, el primer elemento es presentado de
forma sencilla por los personajes, pues podemos observar como el vestido rojo
de lunares para La Manuela es la prenda que la hace sentir como ella desea ser,
más femenina, y como una estrella que es “alabada” cuando realiza su
espectáculo; en tanto, el sombrero y guantes amarillo con puntos para La loca
del frente es una prenda que la vuelve glamurosa, pero que ella usa a favor,
junto con el lenguaje que enajena al otro por las trivialidades del contenido, pero
solo es utilizado como recurso para presentar la teatralidad en su performance
de género, para que el resto vea lo que ella les quiere mostrar y no como La
Manuela, que muestra para que los demás validen su identidad. En relación al
lenguaje, podemos observar lo que se denomina como la lengua marucha que se
adscribe a ese tono teatral que utilizan los personajes y un sinónimo viene a
ser la lengua parlotera definida como un habla mucho y sin sustancia, que está
claramente representado en personaje y en la obra de Lemebel: “él tan macho,
tan canchero con las mujeres, tan encachao con las putas, tan borracho esa vez
manoseando. Tan ardiente su cuerpo de elefante encima de mí punteando…” (16).
Por otro lado, están presente los
espacios en los que se desarrollan las novelas y los personajes de “Las locas”
tomando la idea de claro/oscuro, en torno a donde se generan las relaciones y
en donde ellas se exponen ante los otros. Partir por los espacios claros y
abiertos que acompañan a la Loca del frente, pues como se mencionó, la loca ha
asumido su identidad performativa y en los espacios que se desenvuelve no se
oculta, como sucede con la salida que tiene al cajón del Maipo, en donde Carlos
le toma fotografías cerca de la carretera.
Una loca vieja y ridícula posando de medio lado, de medio perfil, para que
la brisa, a medio sentar, con los muslos apretados para que la brisa imaginaria
no levanta su pollera también imaginaria (…) Absolutamente figura central del
set cordillerano (…) Carlos trataba de encuadrar el camino como fondo.
(Lemebel, 30).
Aquella cita nos expone que
Carlos no siente temor o vergüenza de andar junto a La loca del frente,
independiente de sus otras intenciones, él no considera lo que el resto opine
de su cercanía con ella, pues no tiene
miedo de que su sexualidad se ponga en disputa por la gente, a pesar de
que en el transcurso de la obra él si despierta cierto interés en ella. Sin
embargo, la situación en Un lugar sin
límites es muy diferente, los espacios en los que se desarrollan son de
decadencia y absoluta soledad, partiendo por el hecho de que el pueblo no tiene
luz eléctrica y que se está quedando en la ruina, ajeno al progreso de otras
ciudades. “La casa se estaba sumiendo.
Un día se dieron cuenta de que la tierra de la vereda ya no estaba al mismo
nivel del piso del salón sino que más alto” (Donoso, 19). El espacio en donde
ocurren los hechos es el decadente burdel, una casona vieja, oscura en donde
cae la noche y la atmósfera de la fiesta y del alcohol nubla la percepción de
todos, por eso, en ese espacio cerrado se muestran como son y se generan
escenas como los espectáculos de La Manuela que despiertan sexualmente a
“machos” como Pancho, pero todo se da en un ambiente sombrío de poca esperanza
en todos los sentidos.
- Relaciones de género
Se observa la sexualidad de “La loca” en La Manuela y de La loca del frente,
pero a su vez la de otros personajes en relación a ellas. Sabemos que el
interés sexual de ellas es hacia los hombres y que en las historia aparecen
ellos a cumplir un rol fundamental en la construcción de identidad. En primer
lugar, La Manuela se siente atraída por Pancho Vega, pero le teme porque él se
ha mostrado violento hacia ella, en defensa de la identidad de macho que
intenta presentar ante los demás. Sin embargo, podemos observar escenas como la
del final de la novela, donde la protagonista enfoca su espectáculo (baile)
hacia Pancho, quien siente deseo hacía esa imagen “si era hombre tenía que ser
capaz de sentirlo todo, aun esto, y nadie (…) se extrañaría. Esto era fiesta”
(Donoso, 121). Es en ese hecho que ella ve todas las barreras abajo y se
aprovecha de la situación para desatar el deseo que tiene hacia ese hombre.
Situación similar se observa en tengo
miedo torero, pues entre tanta conversación y tiempo compartido entre La
loca del frente y Carlos se va generando una atmósfera de cercanía, y aquel
vigoroso chico universitario se deja llevar por el encanto de ella, sin
embargo, confiesa que había experimentado con su sexualidad una vez, con su
mejor amigo de infancia, pero que aquel acto provoco en él “una vergüenza tan
grande que no hablé con él nunca más” (Lemebel, 103). La explicación que da Carlos
es algo que se puede sostener también por Pancho, ya que el hecho de que su
identidad sexual se ponga en ambigüedad los asusta, pues hay una importancia
cultural enorme en que la representación de identidad sexual corresponda con su
identidad de género (cisgénero), así que el sentir interés por “Las locas” es
la pérdida de su identidad normativa, lo que les produce miedo y genera
violencia como el caso de Pancho, al final de la novela.
Cuadro
síntesis
El lugar sin
límites
|
Tengo miedo
torero
|
|
“La loca”
|
La
Manuela es un personaje en decadencia que no tiene respeto por sí misma y lo
vemos así en toda la obra. Ella se deja humillar por los demás y no solo en
una situación, sino en varias. Como con la apuesta de Don Aleja y La
Japonesa; hasta el segundo encuentro con Pancho Vega.
|
La
loca del frente se presenta como alguien que juega con la performatividad de
su género pero que no duda de sí y se da a respetar, ella no es un juego para
los demás y se observa claramente al final de la obra cuando rechaza la
oferta de Carlos a irse a Cuba.
|
Lo masculino
|
Pancho
Vega busca reafirmar la identidad cisgénero, mostrándose como el hombre macho
y violento, sobre todo en la escena del final cuando es cuestionado por besar
a La Manuela.
|
Carlos
se presenta como un joven que no teme pasar tiempo con La loca del frente, a
pesar de la situación vergonzosa que paso con su amigo, él no se vuelve
violento cuando se dan situaciones sexuales entre ellos.
|
Los espacios
|
Oscuro,
todo se desarrolla en un clima de poca esperanza y decadencia para las
prostitutas, sobre todo, para La Manuela. Hasta el pueblo vivía sumido en la
soledad y pobreza.
|
Claro,
La loca del frente se pasea con seguridad frente al resto de las personas. En
relación a la historia, hay cierta esperanza de progreso para el país, aunque
no tanto para ella, quien decide seguir viviendo como estaba.
|
En
conclusión, ambas novelas son dos puntos de representación de la disidencia de
género vistas desde la marginalidad, pero enmarcadas en diferentes tiempos y es
aquel detalle que marca la diferencia, pues en ese cómo se nos presentan las
historias es donde observamos como los personajes enfrentan su vida intentando
encajar en la sociedad. Por esa razón, los personajes en la novela de Donoso
tienen tanto interés por mostrar su identidad a pesar de las humillaciones como
las que recibe La Manuela o la violencia de Pancho por sentir duda de su
sexualidad. Mientras que en la novela de Lemebel, La loca del frente tiene su
lugar en la sociedad, aunque algunos no lo deseen, pero ellas se hacen respetar
y lo ha aprendido de su pasado.[1]
Bibliografía
Donoso, José. El lugar sin límites. Barcelona: Brugera, 1984 (1967).
Lemebel,
Pedro. Tengo miedo torero. Santiago:
Seix Barral, 2001.
López
Morales, Berta. La construcción de “la loca” en dos novelas chilenas: El lugar
sin límites de José Donoso y Tengo miedo torero de Pedro Lemebel. Chillán: Acta
Literaria Nº 42, I Sem. (79-102), 2011.
Richard,
Nelly. Masculino/femenino: Prácticas de la diferencia y cultura democrática.
Santiago: Francisco Zegers, 1993.
[1] Este ensayo se basó en el taller número 3, para profundizar en torno a las diferencias y semejanzas y también para establecer la degradación de lo femenino en el personaje de la Loca.
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