"Y me interesa todo aquello que esté
a contrapelo del poder, es decir, la otredad"
Diamela Eltit
La década de 1980 fue particularmente complicada para los intelectuales chilenos, quienes debieron recurrir a diversas estrategias para difundir sus obras en un ambiente cultural donde regía la censura. En este contexto un gran aporte fueron las publicaciones de mujeres, ya que generaron innovadores espacios de reflexión en torno a temáticas políticas contingentes y otros tópicos de interés, como lo fueron la sexualidad, el autoritarismo, lo doméstico, las políticas de lo cotidiano y la identidad de género.
En esta nueva generación de escritoras, se destacó Diamela Eltit, quien no sólo articuló un proyecto de escritura único -una propuesta teórica, estética, social y política desde un nuevo espacio de lectura-, sino que también desarrolló un interesante trabajo visual como integrante del Colectivo de Acciones De Arte (CADA).
Vídeo del colectivo CADA
Diamela Eltit incursionó en el ámbito literario desde la década de 1970, aunque recién fue conocida con la publicación de un libro de ensayos: Una milla de cruces sobre el pavimento (1980). Luego, en sus primeras novelas -Lumpérica (1983) y Por la patria (1986), la autora trabajó desde lo marginal, construyendo un espacio de resistencia y crítica a los distintos poderes que regían la oficialidad. Ya en su tercera novela, El cuarto mundo (1988), abordó la reflexión sobre la identidad latinoamericana y lo mestizo. Posteriormente, en 1989, publicó su primer libro de testimonios, El padre mío, donde escribió sobre la fragmentación, la corrupción, la violencia y la nación degradada (Memoria chilena).
Entrevista
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